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Cómo nació la fiesta de San Juan, una noche iluminada por el fuego de raíces paganas

 

La noche de San Juan tiene nombre cristiano, pero sus raíces se remontan mucho más allá del santo al que proclama festejar: los paganos ya celebraban, en torno a esta fecha y con hogueras como las que ahora iluminan ciudades de España y América Latina, el solsticio de verano y, con él, el inicio de un nuevo ciclo.

 

Previo al Imperio romano y la expansión del cristianismo que conllevó, la fiesta apelaba a «la tierra, los ciclos de las estaciones y las cosechas; era una celebración de la vida», explica Emili Boronat, profesor de Historia de la Universidad Abat Oliba CEU. Se hacía, por tanto, el día con más horas de luz del Sol, «el astro de la vida”.

Como ha sucedido con otras fiestas populares como la Navidad, el cristianismo dotó de una nueva significación a la celebración, que ahora remite al considerado el último de los profetas en anunciar la llegada del mesías.

Las fechas, no obstante, no coinciden exactamente: el solsticio de verano, que marca el inicio de la temporada de mayor calor, puede darse entre el 20 y el 22 de junio, mientras que San Juan se celebra el 24, seis meses antes de la víspera de la celebración del nacimiento de Jesús (aunque no existe ninguna prueba de que haya nacido ese día).

Las primeras referencias documentadas de la fiesta de San Juan, según el Ayuntamiento de Barcelona, datan del siglo XV. Y desde entonces, dice, sus elementos fundamentales se han mantenido: la ocupación del espacio público, el fuego y los petardos.

 

 

Las hogueras son protagonistas indiscutibles de la noche de San Juan.

«Una fiesta como la de San Juan es una fiesta que implica el fin y el inicio de un ciclo. En esos casos, esas fiestas lo que hacen es una forma de representar, por así decirlo, algo parecido a un fin del mundo», dice a CNN en Español el antropólogo Manuel Delgado de la Universidad de Barcelona.

El fuego «tiene esa virtud de evocar la destrucción y también, a su vez, el renacimiento a partir de sus cenizas».

Las interacciones con las llamas son múltiples. Hay quienes las saltan y hay quienes las pisan, en lo que constituye una suerte de rito iniciático.

Y sobre todo hay quienes las alimentan. La quema puede ser y es variada, e incluye desde apuntes del curso anterior a muebles a cartas atadas con lazos rojos. «Si hay que destruir algo, hay que destruirlo esa noche, en la hoguera», dice Delgado.

La tradición está bellamente plasmada en «Per Sant Joan» de Joan Manuel Serrat, quien evoca con nostalgia los tiempos los tiempos en que los niños eran los encargados de las hogueras: «Que un pedazo de madera vuelva a ser un tesoro. Que con una mesa vieja sea rico. Por las calles y las plazas, iré de casa en casa para quemar todo esta noche de San Juan».

 

People enjoy fireworks early on June 24, 2013, during the traditional San Juan’s (Saint John) night in a beach of Malaga, southern Spain. Fires are lit throughout Spain on the eve of Saint John’s Day where people burn objects they no longer want and make wishes as they jump through the flames. AFP PHOTO / JORGE GUERRERO (Photo credit should read Jorge Guerrero/AFP via Getty Images)

Al fuego de las llamas le sigue el agua del baño a la mañana siguiente, que también forma parte del ritual y que se explica por el carácter cíclico de la celebración, dice Delgado.

«Se quema, digamos, el orden social con una forma de caos, y al día siguiente ese orden social renace literalmente de sus cenizas», acompañado del agua que «de una forma u otra es una forma de purificación».

La figura de Juan el Bautista

Juan ocupa un lugar destacado en los evangelios. Según el relato bíblico, su madre Isabel, prima de María, era estéril. Ella y su esposo Zacarías llegaron a una edad avanzada sin tener hijos hasta que el ángel Gabriel le anunció al sacerdote que su anhelo se cumpliría: tendrían un vástago al que nombrarían Juan y él sería «el precursor del Señor», dice el evangelio de Lucas.

Juan predicaba en el desierto y bautizaba en el río Jordán para el perdón de los pecados, anunciando la inminente llegada del mesías. Bautizó al propio Jesús, según el relato.

«Iba vestido con con pelo de camello, llevaba una correa de cuero a su cintura y se alimentaba de saltamontes y de piel silvestre», cuenta el evangelio de Marcos.

Circa 30 AD, The Baptism of Jesus by John the Baptist. Original Artwork: Engraving after Gustave Dore. (Photo by Hulton Archive/Getty Images)

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